
Otro día más, y van…¿siete? Pese haber superado el ecuador temporal del reto, todavía queda trecho y cualquier tipo de cálculo es inútil. Suficiente con calcular qué día es. De las hasta ahora 160, sólo una veintena de horas Juan Antonio las ha pasado en horizontal. Los días van pesando, en la cabeza, en las piernas y aún más en las rodillas.
Un segundo café con “Rollo” y en cuanto rompió el día, el peluquero rompió a pedalear. El espectáculo de baile y bicicleta iba a empezar a las nueve. Con la impuntualidad justa de los grandes artistas se abrió el verde telón asturiano. Les vaques ya habían tomado sus asientos reservados al borde de la pista.
Pero la función de hoy era más trágica que cómica. Al cabo de una hora el artista suspendió el show que le había sacado de la montaña asturiana. Marchó a camerinos donde le esperaba su fisio. Ya recompuesto, inició el rodaje de la segunda parte del show, en el que sin red, el trapecio casi le juega una pasada definitiva.
Con la intención de recortarle unos kilómetros al perímetro ibérico, el payaso del GPS recalculó una ruta que acabó en plena autovía, esta vez sin escolta, a pelo. Pero no se trataba de cualquier autovía sino de la “Y” asturiana, vía en la que convergen las carreteras rápidas de Gijón, Avilés y Oviedo. Cuatro carriles, vaya. Había que alcanzar el arcén, pero Conesa y sus vehículos de apoyo estaban ocupando la parte central. Frenadas de autobuses, luces destellantes y cláxones se sumaron al desasosiego del equipo. Afortunadamente se llego al arcén. Afortunadamente.
Juan Antonio se quitó el pinganillo y no quiso saber nada más de su equipo durante un rato. Y el trayecto entre acerías dejó al peluquero a orillas de Muros del Nalón, donde durmió y despertó desorientado como el que ha tenido una pesadilla.
Aturdido por el sueño y el antiinflamatorio Conesa repuso su montura y continuó tragando carretera hasta que tragó granizo asturiano de Cadavero. Imposible continuar hasta que el hielo se convirtió en orvallo, chirimiri, calabobos…para descender hasta Luarco, donde se produjo el momento más mágico del viaje. Sus callejuelas y puentes de piedra envolvieron a Juan Antonio hasta la calle principal. En ese momento se rodaba el kilómetro 2.000 de esta iniciativa solidaria, cuando de repente, un nutrido grupo de desconocidos arrancaron a aplaudir al corredor. Plausible lo de Conesa, plausible lo de los luarqueses. Pelos de punta en los vehículos.
Pedaleó hasta Tapia de Casariego donde recibió el enésimo masaje de cuádriceps y descansó. A la mañana siguiente solo fue posible continuar diez kilómetros, hasta el ambulatorio más cercano, donde diagnosticado de tendinitis cuadricipital se le prescribió una buena dosis de nolotil a complementar con la hasta ahora toma de ibuprofeno. Y el dolor pareció remitir.
Quizá por el paisaje, quizá por la morriña, el cuádriceps respetó el pedaleo hasta Mesón do Vento.
Comments (1)
El reto del abuelo parecia una utopia , mas Juan Antonio y su equipo de apoyo demuestran día a día y kilómetro tras kilómetro que los sueños son posibles . Sueños hechos con esfuerzo y tesón . Ánimo Juan Anonio te esperamos en tu Albujón