Día 2: Vinaroz-Badalona

Y durante la madrugada se diluyó la idea de alcanzar Torredembarra. La pernocta impropiamente dicha, fue al alba, en Vinaroz, a unos no pocos 433 kilómetros de Cartagena, veinte horas después de arrancar. Ha bastado la primera jornada para ser consciente de que hasta el final del reto la noche y el día son relativos.

Hasta llegar a Badalona a eso de las seis de la tarde han pasado cosas. La noche en carretera no tuvo desperdicio. Fundamentalmente por Juan Antonio y el espectáculo físico que brindó a los que no cabeceaban en los vehículos. Anoche creó a un equipo con fe. Llegó a Valencia y metió la directa, pese al esfuerzo vespertino, para alejarse de ella 150 kilómetros.

Fueron dos las paradas de anoche, ninguna programada, de las que el convoy que flanquea a Conesa salió con impresiones muy distintas. La primera de ellas la forzó la Guardia Civil, la segunda la convinieron los Mossos d´Esquadra. Pero antes debe ser sabido, que con una media de 30 km/h por carretera nacional, se permite la circulación ciclista y a su coche de apoyo en caso de tenerlo. La Benemérita dio el alto al vehículo precedente que rodaba a mayor velocidad y generó dudas acerca de la viabilidad del reto, amén de avisarnos que darían parte de la aventura a sus compañeros de tráfico. La policía autonómica catalana, por kilómetros fuera de su jurisdicción se acercó a interesarse por nuestro desafío, conocían además “El Abuelo” y le pidieron una foto a Juan Antonio. Con buena sensación el ciclista, asesorado por el equipo decidió dormir en una destartalada terminal de autobuses del área de Vinaroz.

Dos horas después arrancó la maquinaria atravesando Cataluña, subiendo y bajando el puerto de Garraf, desde donde el Mediterráneo se mostraba como un océano. “El peluquero” penetró en la ciudad condal y viró hacia Badalona para después de 250 kilómetros, descansar.

A las nueve se reiniciaba una marcha que nos adentrará en Los Pirineos, durante una noche (o día) que promete ser larga.